Elegir la semilla correcta es la primera decisión que define el destino de cualquier cultivo. Más allá de la estética de la planta o su nivel de THC, la genética contenida en una semilla determina su morfología, sus ciclos de floración, su perfil de cannabinoides y su respuesta al entorno. En esta entrega, revisamos las principales categorías de semillas de cannabis disponibles, su origen y su relevancia actual.
Semillas landrace: el punto de partida
Son genéticas puras, no hibridadas, que evolucionaron en regiones específicas del mundo sin intervención moderna. Variedades como Afghan, Thai, Acapulco Gold o Colombian Gold son ejemplos clásicos. Conservan características estables y adaptaciones únicas a su entorno natural. Toda la crianza moderna parte, en mayor o menor medida, de estas cepas.
Semillas heirloom: preservadas en el tiempo
A diferencia de las landrace que aún crecen en condiciones salvajes o tradicionales, las heirloom son variedades antiguas conservadas por cultivadores, a menudo fuera de su entorno original, sin cruzarlas con genéticas nuevas. Son reliquias genéticas de una época previa a la comercialización masiva.
Índica, sativa y ruderalis: morfología y efecto
Las índicas tienden a ser plantas más compactas, de floración rápida y efecto corporal. Las sativas presentan un crecimiento más vertical, con tiempos de floración prolongados y efectos más cerebrales. Las ruderalis, por su parte, son plantas pequeñas, resistentes, con baja producción de THC, pero con la capacidad genética de florecer automáticamente, sin depender del fotoperiodo.
Híbridas e híbridas F1 auténticas
La mayoría de las semillas actuales son híbridas, combinaciones entre índicas, sativas e incluso ruderalis. Las híbridas F1 (primera generación filial) provienen del cruce entre dos líneas parentales estables, lo que da como resultado una descendencia homogénea y vigorosa. Sin embargo, no todas las semillas comerciales F1 son auténticas; muchas veces el término se utiliza como recurso de marketing.
Semillas regulares
Este formato incluye tanto plantas macho como hembra. Son ideales para quienes buscan conservar genéticas, realizar cruces o desarrollar nuevas variedades. Sin embargo, requieren experiencia para identificar y eliminar los machos si el objetivo es obtener flores sin semilla.
Semillas feminizadas
Modificadas para producir exclusivamente plantas hembra. Representan la opción más eficiente para el cultivo con fines productivos, especialmente en espacios controlados, donde cada planta cuenta. Su fiabilidad supera el 99 % en la mayoría de los bancos reconocidos.
Semillas autoflorecientes
Gracias a la herencia ruderalis, estas semillas florecen automáticamente al cumplir cierta edad, sin importar el ciclo de luz. Son populares por su rapidez y sencillez, aunque suelen tener un rendimiento y potencia ligeramente inferiores a las fotodependientes.
Semillas ricas en CBD
Enfocadas en el aprovechamiento terapéutico de la planta. Suelen contener niveles muy bajos de THC, por debajo del umbral psicoactivo, y altos niveles de cannabidiol (CBD), lo que las hace ideales para aplicaciones médicas o para usuarios que buscan un efecto más sutil y funcional.
Semillas de cáñamo industrial
Tienen un uso agrícola más que recreativo o medicinal. Su contenido de THC es mínimo (menor al 0.2 %) y se cultivan para fibra, alimento, aceites o cosméticos. Aun así, su regulación es estricta en la mayoría de los países.
La genética no es un detalle más en el proceso de cultivo; es su origen y su límite. Comprender qué tipo de semilla se elige es entender de antemano el camino que se recorrerá.
En The Spinach Lounge, no fomentamos el uso sin conciencia. Cada variedad, cada rasgo heredado, cada decisión al seleccionar una semilla debe reflejar conocimiento, intención y respeto por la planta.